21 de abril de 2018

Adopción

Jung, Piel color miel (2007-2008)
Cristina Durán y Miguel Á. Giner, La máquina de Efrén (2012)
Premio Turia 2012 a la Mejor Contribución Cultura del Cómic
Mamoru Hosoda, El niño y la bestia (2015)
Premio de la Academia Japonesa a la mejor película de animación 2015

Marijo y Joste, dos veteranos participantes en la tertulia y padres de Yuè, propusieron incluir en la programación 2017-18 un mes dedicado a las adopciones.
Gracias a su iniciativa, hemos leído dos cómics que, pese a inscribirse dentro del género autobiográfico, trascienden las experiencias particulares y nos acercan a las múltiples dimensiones de la adopción a través de los relatos complementarios de padres e hijos. También nos sugirieron un anime que aborda esta realidad añadiendo toques fantásticos.
Las tres obras coinciden en mostrar, como destaca Angélica, otra miembro de la tertulia, "la construcción de la identidad como adoptados, la búsqueda de orígenes y la elaboración del duelo sobre el abandono, temas que, desde el prisma romántico en el que se suele contemplar la adopción por la sociedad en general, tienden a ser obviados." En ese sentido, sugiere visitar la web La voz de los adoptados y escuchar esta entrevista.
Además, contaremos con la presencia de otras familias vinculadas a la Asociación de Familias Adoptivas de Navarra (AFADENA) y de Isabel Azcona, orientadora y especialista en acogimiento familiar y adopción.

Piel color miel propone una reflexión sobre la búsqueda de referencias con las que construir una identidad propia -un impulso básico en las transiciones entre la infancia, la adolescencia y el inicio de la edad adulta- y el papel de la familia para los menores -qué necesidades debe cubrir, cómo influye el estilo educativo en los niños-. También facilita información sobre el marco sociopolítico que condiciona las adopciones procedentes de Corea del Sur, país de origen del autor.
Superados ya los cuarenta años, Jung mira sus primeras décadas de vida con humor, autoconciencia y capacidad para eludir la autocompasión. Nos ofrece un análisis lúcido y sincero, en el que elige desdramatizar algunas situaciones para transmitir su decisión de mirar hacia delante.
En el aspecto técnico, destaca la capacidad de sus lápices para crear personajes muy expresivos y el simbolismo de algunas imágenes. En una entrevista aparecida tras la publicación en Bélgica de la primera parte de Piel color miel, el autor afirmaba:
"Quería que este niño fuera entrañable, que el lector quisiera pasar tiempo con él. Resulta antipático, burlón, tierno, a veces está triste, pero es extremadamente humano. El estilo es más redondeado y accesible [que en cómics anteriores] (...), dibujé sin restricciones, espontáneamente."
"Es una historia autobiográfica, así que no tuve que escarbar mucho para encontrarla. Creo que la originalidad de este cómic está en su tratamiento (...) Conté mi historia imaginando que era la de otra persona, lo que me permitió dar un paso atrás y hacerlo con cierto desapego. De ahí el uso del humor y la burla."
"Lo difícil fue eludir la trampa de la autobiografía que se mira al ombligo mientras se lamenta con afectación. ¡No quería eso! Mi única restricción era: no miserias. (...) ¡No confundas la miseria con la emoción! Me gustaría que los lectores se sintieran conmovidos por este niño de cinco años, que los desafiara, que los divirtiera y los hiciese reir, que los llevara a pensar."
"Todos los recuerdos [que aparecen en la obra] estaban muy arraigados; por supuesto, algunos eran más confusos y he tenido que adornarlos y novelarlos, pero muy poco."
La máquina de Efrén es la continuación de Una posibilidad entre mil, novela gráfica en que la pareja de autores relataba el nacimiento e infancia de su primera hija, Laia. Astiberri ha recopilado ambos obras en Una posibilidad. Edición integral.
Asistir al proceso de adopción de Selam, su segunda hija, nos permite conocer los trámites que intentan asegurar un futuro adecuado para los menores y el papel de sensibilización, apoyo y orientación que cumplen los profesionales implicados.
Es remarcable la suavidad en las transiciones entre las voces narrativas, la nitidez con que exponen las emociones que se van generando durante ese tiempo y cómo afrontan los primeros meses de la nueva vida compartida con la misma actitud constructiva que muestran en todo el relato. Un mensaje que nos llega con más efectividad aún gracias al diseño gráfico, sin efectismos pero lleno de sabiduría en la composición, con una paleta de colores que diferencia cada escenario con tonos verdes y ocres.
Imprescindible leer esta entrevista, donde ambos desgranan el sentido y origen del cómic.


Mamoru Hosoda (La chica que saltaba a través del tiempo, Summer Wars) es una de las principales figuras del anime del siglo XXI. Sus películas se caracterizan por, en un marco de fantasía, unir elementos de la tradición cultural (aquí, el mundo de Jutengai) con el Japón contemporáneo (Shibuya) -aquí se diferencian por sus texturas y colores- y aportar una mirada reflexiva y positiva sobre las relaciones familiares.
El niño y la bestia incide en temas que tratan los cómics anteriores: el establecimiento de vínculos paternofiliales basados en el amor, la importancia de las pautas de comunicación entre padres e hijos, la toma de conciencia sobre las diferencias -que siempre son construcciones culturales- o la adolescencia como etapa en la que se busca una nueva identidad -puede ser mirando hacia el pasado o hacia el futuro-. Nos recuerda, además, que la luz solo llega a través del encuentro sincero entre personas y que todos somos, al mismo tiempo, maestros y aprendices de otros.

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