19 de agosto de 2018

Ciencia ficción

David Sánchez, Un millón de años (2017)
Jeff Lemire y Dustin Nguyen, Descender (2015-2018)
Premio Eisner 2016 al mejor dibujante/artista multimedia
Nominación al Premio Eisner 2018 a la mejor serie regular

Jeff Lemire: Uno de los principales atractivos de la ciencia ficción es la construcción de los mundos, poder usarla como una gran metáfora de las cosas que me importan en la vida real y elaborar un universo imaginario a partir de ello.
El pasado y el futuro suelen ocupar buena parte de nuestros pensamientos, tanto a nivel individual ("¿qué hubiese pasado si...?", "¿cómo estaré dentro de diez años?") como colectivo ("hace siglos éramos..." o "en pocas décadas estaremos...").
La mejor ciencia ficción sabe reflejar y canalizar estos intereses en obras que, además de entretenernos, se convierten en punto de partida para la reflexión sobre quiénes hemos sido, somos y seremos.

"Es como una biblia psicodélica postapocalítica (...) la Biblia es un conjunto de historias inconexas que (...) hablan de Dios. Yo quería hacer eso pero pasado de vueltas (...)"
La obra más reciente de David Sánchez es, ante todo, una experiencia de lectura diferente a lo habitual. Como señala Gerardo Vilches en su excelente crítica, lo fundamental es qué nos hace sentir el cómic, la huella de desasosiego que permanece en nosotros días después de haberlo terminado.
Sin embargo, también hay una estructura clara en la obra y es posible encontrar puntos de conexión entre los relatos, que actúan como pequeñas escenas de un mundo inhóspito. En todos se reza con resonancias bíblicas, aunque nunca se consiga lo deseado; la violencia determina el destino de los personajes; la paternidad viene asociada al apego, al sacrificio y, sobre todo, al sufrimiento de la pérdida.
Parece que David Sánchez intenta hacernos ver cómo, a pesar de ser incapaces de abandonar la esperanza, nuestra salvación es inalcanzable. Aún así, la vida continúa, terca, en movimiento.
Pero lo más sensato es escucharle en las entrevistas publicadas en Canino y Tentaciones.

"- Nos cazaron, nos torturaron y nos destruyeron sistemáticamente mientras nuestros antiguos amos y acompañantes los vitoreaban.
- Pero... ¿por qué?
- Porque nos temen, Tim-21. Porque estaban dolidos y querían hacer daño a algo. Porque son humanos."
De vez en cuando salimos de los límites de la obra completa y nos acercamos a series abiertas de publicación mensual, como Saga o The Walking Dead. Jeff Lemire es unos de los guionistas más prolíficos -actualmente escribe Gideon Falls, Black Hammer y Royal City-  y de los que mejor están aprovechando este formato para moverse entre lo comercial y lo independiente, demostrando que a veces estas etiquetas no tienen mucho sentido.
Gracias a Ricardo leemos una saga galáctica que, tras 32 números, terminó de publicarse en julio de 2018 (el próximo año se iniciará su secuela, Ascender). Una space opera que recupera elementos de obras clásicas del género, como Star Wars y Star Trek -con los saltos de la narración entre planetas, la confederación como órgano político amenazado, las distintas razas y entornos físicos, los lazos inicialmente ocultos y las alianzas entre personajes muy diferentes entre sí- o Battlestar Galactica -la maquinidad recuerda al monoteísmo cylon, el ataque de los Cosechadores a los nueve planetas es similar al exterminio inicial en la serie de televisión y el dr. Quon parece un reflejo de la biografía, aspecto y actitudes de Gaius Baltar-. La rivalidad entre hermanos y el movimiento anti-mecha de A. I. Inteligencia Artificial (Steven Spielberg) tampoco se puede obviar.
"¿No es raro? Nos crearon idénticos, pero tú te sientes abrumado por la tristeza y el amor mientras que yo solo siento cosas como la envidia."
Tim-21 nos hace pensar inevitablemente en Pluto, el manga de Naoki Urasawa. Como en él y en la obra en que a su vez se basa, el Astroboy de Osamu Tezuka, hay una reflexión sobre las relaciones entre el hombre y las máquinas,  dónde radican la conciencia y la naturaleza humana (hola, Isaac Asimov), el miedo a quienes son diferentes y la facilidad de caer en una espiral de violencia sin salida aparente.
Pero no nos equivoquemos: Descender es mucho más que una acumulación de influencias -Nguyen destaca la importancia de Power Pack en el diseño de Tim y es difícil no pensar que Taladrador es un guiño a Transformers- o una copia actualizada. Junto a Lazarus y la ya citada Saga, es una de las mejores series de un género en alza, la ciencia ficción. El ritmo del relato es inmejorable gracias a los saltos entre escenas, los flashbacks y la simultaneidad de las tramas; los giros dramáticos funcionan, la descripción de un universo que se va ampliando progresivamente resulta siempre interesante y es difícil no sentirse vinculado a los protagonistas. En el aspecto gráfico, las acuarelas de Nguyen y la posibilidad de ver la textura del papel de algodón hacen que nos sintamos dentro de cada escenario, ya sea un sueño o un asteroide metálico.


2 comentarios:

  1. El de David Sánchez todavía no he leído, pero Descender ésta muy bien, me gusta más segin va avanzando. Gracias

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    1. ¡Gracias a ti por proponerlo!
      Ya estoy esperando a que salga el volumen 6 :-)

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