19 de marzo de 2020

Humor

Tom Gauld. Un policía en la luna (Mooncop, 2016)
Bill Watterson. El nuevo Calvin y Hobbes clásico (The Authoritative Calvin and Hobbes, 1990)
Humorismo. 1. Modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o rídiculo de las cosas. (DLE).
El fenómeno del humor es una realidad compleja, de múltiples dimensiones. Así lo demuestran una lista casi interminable de sinónimos (gracia, agudeza, ingenio, ocurrencia, comedia, chiste, alegría...) o el interés que ha despertado en la filosofía, la psicología o las ciencias sociales.
Hay humor que nace del absurdo, que sirve para denunciar o invita a la reflexión; lo hay también físico, irónico o sarcástico. A veces actúa como nexo de unión entre personas, pero otras puede ofenderlas. Incluso nos permite reírnos de nosotros mismos, quitar hierro a los problemas y aumentar nuestra sensación de bienestar.
Tom Gauld y Bill Watterson representan lo mejor del humor en el cómic. Ambos han publicado en prensa tiras de alta calidad técnica, huyen de lo prefabricado o buenista y, además de provocar la sonrisa, nos invitan a prestar más atención al mundo que nos rodea.

"Sin humor este cómic habría sido demasiado triste, se habría tomado demasiado en serio." (rtve.es)
Un policía en la luna tiene algo que me recuerda a Seth, Chris Ware y Jason. Más allá del trazo, de los planos de grandes espacios que parecen inhabitados, con edificios repartidos por un paisaje casi vacío, o del aparente hieratismo de sus personajes, creo que están unidos por la poesía y la significación de los diálogos.
Mezclando ironía y ternura, Gauld nos habla sobre un mundo ficticio que puede ser muy parecido a la vida cotidiana: ausencia de relaciones significativas (en pocos diálogos hay un verdadero componente emocional), renuncia dolorosa a los sueños, monotonía e insatisfacción en el trabajo (la trama avanza muy lentamente, reforzando esa sensación de estéril paso del tiempo), omnipresencia de una (i)lógica burocracia, la sombra de la depresión... Pero también, afortunadamente, el encuentro con otras personas. Con ironía y ternura, nos recuerda que es más fácil percibir la belleza cuando tenemos a alguien con quien compartirla.
A pesar de su claro mensaje, este cómic obliga a los lectores a completar la historia -a darle un final según su propia interpretación del mundo- y a implicarse emocionalmente en un relato solo en apariencia simple, tanto en el dibujo como en la narración. Ese es, seguramente, su principal valor.


Calvin y Hobbes, la tira cómica publicada entre 1985 y 1995, supuso un hito en la evolución del humor publicado en prensa, apareciendo en más de 2400 cabeceras. Bill Watterson peleó por superar la estructura habitual de las planchas dominicales con viñetas de formas variables o que contienen a otras, sentidos de lectura cambiantes y un tamaño mayor al estandarizado.
Acompañando a las innovaciones técnicas, el autor supo plantear, a partir de un universo limitado a representantes de la clase media más tradicional y a través de los ojos de un eterno niño de seis años, un retrato de la sociedad contemporánea que va más allá de la crítica directa. Como la naturaleza de Hobbes (¿peluche o animal?), para la que no hay una respuesta "verdadera", en las reflexiones volcadas en sus tiras aparece implícita una advertencia sobre la relatividad de la mirada y se huye de las certezas absolutas, como explican muy bien en Fabulantes.
Mucho se ha hablado de las referencias filosóficas y teológicas de la obra o de su constante juego con la intertextualidad. Aquí nos interesa destacar su manejo de todos los recursos del humor: el reírse de uno mismo, la apelación al absurdo, el contraste entre parejas de características tan distintas como complementarias, la parodia, la excentricidad, la caricatura, las muecas, el exceso en la expresión de los sentimientos, los juegos de palabras, el humor físico, las persecuciones, los gags recurrentes...
En definitiva, la combinación de un uso magistral de las técnicas de la comedia y la innovación formal al servicio de un mensaje inteligente convierten la lectura de las aventuras de Calvin en una experiencia tan gratificante como inolvidable. A ello contribuye también la añoranza del lector adulto al reconocer parte de lo que fue su niñez y, quizá, al descubrir experiencias que también le hubiese gustado vivir.
¿Cuál es vuestra tira favorita?


No hay comentarios:

Publicar un comentario