David Rubín. El héroe. Libro uno (2011)
Paco Roca. Memorias de un hombre en pijama (2011)
El estado de alarma debido al COVID-19 nos ha obligado a modificar la programación de mayo. Más adelante podremos viajar con Sarah Glidden y Zerocalcare por Turquía, Siria e Irak -la propuesta inicial-.
Cuando celebramos en 2017 el décimo aniversario de la tertulia contamos con Fernando Tarancón, editor de Astiberri. A lo largo de los años hemos comentado muchas de sus publicaciones y, en esta ocasión, aprovechamos su oferta en cómic digital para revisar la obra de tres autores de éxito.
Con La balada del norte 1, Alfonso Zapico abrió su tetralogía (en principio iban a ser solo dos volúmenes) sobre el levantamiento minero de 1934 en Asturias. Aquí se presentan las semanas previas al estallido de la huelga general revolucionaria en España, que suele vincularse al posterior inicio de la Guerra Civil.
El tono y estructura del relato recupera, quizá voluntariamente, algunos aspectos del naturalismo literario de finales del siglo XIX y principios del XX: las relaciones entre personajes, con tramas que giran en torno al amor y los vínculos familiares, son el vehículo para mostrar la realidad social y política del momento.
Ese retrato de una época se apoya en una clara explicación del contexto histórico, la detallada descripción de los espacios, personajes definidos -el autor es capaz de darles matices a todos ellos- y la inclusión de episodios dramáticos muy efectivos, que se narran de forma breve, en apenas dos páginas, pero que permanecen en la conciencia del lector por su peso emocional.
David Rubín lo tiene claro. Necesitamos escuchar narraciones, da igual que sean más o menos reales o completamente ficticias, sobre las hazañas de los héroes. Y también sabe que no es necesario mantenerse fiel a un supuesto relato original e inmutable para generar las mismas emociones e ideas a lo largo de los siglos. Al contrario: situar en la trama espacios y elementos cercanos a la experiencia directa del lector facilita su identificación e inmersión en la historia.
Por eso, en El héroe relaciona las historias de Heracles y Euristeo (aquí con una relación muy cercana al arquetipo que representan Thor y Loki en la mitología nórdica), Diana y muchos otros personajes de la mitología griega con sus versiones actuales, las creaciones de Marvel y DC.
La misma productiva mezcla se da en los estilos: esta novela gráfica combina recursos del manga, el cartoon, los cómics de aventuras, autores estadounidenses como Jack Kirby o Frank Miller, la bd europea e incluso guiños a sus obras anteriores (La tetería del oso malayo) para dar fluidez al relato y transmitir con eficacia su mensaje.
Rubín reivindica el sentido de la aventura y la maravilla, al tiempo que nos presenta su propio proceso de maduración como autor a lo largo de los dos tomos de la obra -Heracles también cumple años y cambia- y abre una reflexión sobre la sociedad actual.
Para un análisis pormenorizado de la obra, os recomiendo la reseña publicada en Zona Negativa, donde se destaca el uso magistral de las composiciones de página y de las onomatopeyas al servicio del relato.
Para los más veteranos o quienes también la hayáis leído, ¿qué se mantiene y qué diferencia El héroe de Beowulf, la novela gráfica que ilustró tras finalizar la historia de Hércules, y que ya disfrutamos en la tertulia?
Algunos de los episodios autobiográficos que recoge Paco Roca en Memorias de un hombre en pijama parecen especialmente próximos a la experiencia de muchos durante el estado de alarma:
Seguro que quienes se han visto de repente obligados a teletrabajar se reconocerán en sus anécdotas y reflexiones sobre la rutina diaria, la convivencia en pareja y los roces que provocan los pequeños detalles (como la posición del papel higiénico o qué elegir para ver juntos en la tele), la organización del tiempo libre, los experimentos en la cocina, las compras por internet, los cambios que las redes sociales han provocado en nuestra forma de comunicarnos, las largas conversaciones por teléfono o el repentino interés por abordar a tareas del hogar retrasadas durante años y que solo es una excusa para no sentarse de nuevo a la mesa de trabajo... Sobre todo, nos podremos identificar con una de sus confesiones:
¿Cómo ha sido vuestra experiencia al leer cómic digital? ¿Creéis que depende mucho de la calidad del soporte? Es decir, ¿es necesario tener una tablet de buen tamaño y definición o una pantalla grande de ordenador para disfrutar de los contenidos? ¿Hay otros obstáculos en el formato (por ejemplo, para reflejar dobles páginas) que impiden transmitir la intención original de los autores? ¿Debe priorizarse la publicación de obras creadas directamente u optimizadas para el entorno digital, como The Private Eye (Brian K. Vaughan) o la iniciativa Marvel Digital Originals?
Ese retrato de una época se apoya en una clara explicación del contexto histórico, la detallada descripción de los espacios, personajes definidos -el autor es capaz de darles matices a todos ellos- y la inclusión de episodios dramáticos muy efectivos, que se narran de forma breve, en apenas dos páginas, pero que permanecen en la conciencia del lector por su peso emocional.
No sé si Apolonio y Tristán representan a 'las dos Españas', porque aunque son muy arquetípicos de su clase, en el fondo son personajes muy complejos y contradictorios, están –y se sienten– fuera de lugar, a pesar de todo. Las dos, tres o cuatro Españas de hoy están condenadas a entenderse, si no quieren repetir el modelo fallido y brutal de los años 30.
A. Zapico (eldiario.es)
La Asturias de hace casi un siglo que nos presenta Zapico recuerda -aún reconociendo los claros avances que se han producido en este tiempo- algunos rasgos de nuestra actual situación: injustas desigualdades como fuente de sufrimiento y malestar social; el papel de los medios de comunicación en la confrontación política y la creación de estados de opinión afines a una u otra corriente; el peligroso rol de algunos partidos políticos que extreman su discurso con la única intención de acceder al poder...
David Rubín lo tiene claro. Necesitamos escuchar narraciones, da igual que sean más o menos reales o completamente ficticias, sobre las hazañas de los héroes. Y también sabe que no es necesario mantenerse fiel a un supuesto relato original e inmutable para generar las mismas emociones e ideas a lo largo de los siglos. Al contrario: situar en la trama espacios y elementos cercanos a la experiencia directa del lector facilita su identificación e inmersión en la historia.
Por eso, en El héroe relaciona las historias de Heracles y Euristeo (aquí con una relación muy cercana al arquetipo que representan Thor y Loki en la mitología nórdica), Diana y muchos otros personajes de la mitología griega con sus versiones actuales, las creaciones de Marvel y DC.
La misma productiva mezcla se da en los estilos: esta novela gráfica combina recursos del manga, el cartoon, los cómics de aventuras, autores estadounidenses como Jack Kirby o Frank Miller, la bd europea e incluso guiños a sus obras anteriores (La tetería del oso malayo) para dar fluidez al relato y transmitir con eficacia su mensaje.
Rubín reivindica el sentido de la aventura y la maravilla, al tiempo que nos presenta su propio proceso de maduración como autor a lo largo de los dos tomos de la obra -Heracles también cumple años y cambia- y abre una reflexión sobre la sociedad actual.
Para un análisis pormenorizado de la obra, os recomiendo la reseña publicada en Zona Negativa, donde se destaca el uso magistral de las composiciones de página y de las onomatopeyas al servicio del relato.
Para los más veteranos o quienes también la hayáis leído, ¿qué se mantiene y qué diferencia El héroe de Beowulf, la novela gráfica que ilustró tras finalizar la historia de Hércules, y que ya disfrutamos en la tertulia?
Algunos de los episodios autobiográficos que recoge Paco Roca en Memorias de un hombre en pijama parecen especialmente próximos a la experiencia de muchos durante el estado de alarma:
"Últimamente, al tender la ropa, me he dado cuenta de que toda mi ropa son pijamas. Esto se debe a que trabajo en casa y me paso el día vestido con esta cómoda prenda".Esta recopilación de las páginas dominicales aparecidas en el diario valenciano Las Provincias en 2010 y 2011 muestra con humor cómo es su día a día trabajando en solitario desde casa. Tuvo su continuación en otros dos álbumes (Andanzas... y Confesiones...) que incluyen las colaboraciones en El País Semanal.
Seguro que quienes se han visto de repente obligados a teletrabajar se reconocerán en sus anécdotas y reflexiones sobre la rutina diaria, la convivencia en pareja y los roces que provocan los pequeños detalles (como la posición del papel higiénico o qué elegir para ver juntos en la tele), la organización del tiempo libre, los experimentos en la cocina, las compras por internet, los cambios que las redes sociales han provocado en nuestra forma de comunicarnos, las largas conversaciones por teléfono o el repentino interés por abordar a tareas del hogar retrasadas durante años y que solo es una excusa para no sentarse de nuevo a la mesa de trabajo... Sobre todo, nos podremos identificar con una de sus confesiones:
"Salir de casa para hacer la compra es lo más apasionante que hago últimamente".Aunque también sirve para reflejar la vida diaria de un hombre que ya ha cumplido cuarenta años, soltero, urbano y con un trabajo autónomo y creativo. Sociología de lo cotidiano a través de un autor capaz de no tomarse demasiado en serio, lo cual es una admirable virtud.
¿Cómo ha sido vuestra experiencia al leer cómic digital? ¿Creéis que depende mucho de la calidad del soporte? Es decir, ¿es necesario tener una tablet de buen tamaño y definición o una pantalla grande de ordenador para disfrutar de los contenidos? ¿Hay otros obstáculos en el formato (por ejemplo, para reflejar dobles páginas) que impiden transmitir la intención original de los autores? ¿Debe priorizarse la publicación de obras creadas directamente u optimizadas para el entorno digital, como The Private Eye (Brian K. Vaughan) o la iniciativa Marvel Digital Originals?
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