10 de abril de 2019

Terrorismo

Loïc Dauvillier y Glen Chapron, El atentado (L'attentat, 2012)
Catherine Meurisse, La levedad (La légèreté, 2016)
Selección Oficial y finalista para la Fauve 'Or en el Festival d'Angoulême 2017

El terrorismo es un un tipo de violencia (...) Para que adquiera impacto, además de resultar sistemática e impredecible, destaca por ir dirigida contra blancos seleccionados en atención a su relevancia simbólica. Blancos cuyo menoscabo los convierta en medio a través del cual canalizar los mensajes y las amenazas que convierten al terrorismo en un mecanismo de comunicación y control social.
Entrada "Terrorismo", redactada por Fernando Reinares Nestares, en S. Giner, E. Lamo de Espinosa y C. Torres (eds.), Diccionario de Sociología, Alianza Editorial, 1998.

Nos acercamos -inevitablemente de forma parcial y sin agotar todas sus facetas- a un fenómeno complejo, por sus implicaciones sociopolíticas e individuales, a través de la mirada de dos personas afectadas directamente. Ambas se centran en aspectos diferentes de una realidad que les ha dejado perplejos. Para lidiar con su dolor, Amín busca con desesperación porqués, entender lo incompresible; Catherine intenta desprenderse del sufrimiento obsesivo que impregna su vida. Él queda atrapado tras contemplar la parte más fea de la existencia; ella encuentra una salida en  la belleza.

Pero los miembros despedazados con los que me encuentro, allí, encima de la mesa, sobrepasan el raciocinio. Es el horror en su fealdad absoluta.
El atentado adapta el relato homónimo de Yasmina Khadra, manteniéndose muy fiel a la narración original. La mayor diferencia es que la novela centra el efecto dramático en la descripción detallada y explícita de los efectos del terrorismo -el destino del protagonista se revela desde el principio-, mientras que el cómic reserva esta escena para el final. En cualquier caso, tras la última página queda en el lector la misma sensación de desesperanza.
En ActuaBD, Dauvillier habla sobre el proceso de adaptación:
Me centré en dos puntos. Primero, los diálogos. Quería mantener el tono de Yasmina Khadra. Sin embargo, sé que un diálogo para una novela y para un cómic son diferentes. En una novela, está en medio de otras palabras. En el cómic, está dentro de las imágenes (...)
En segundo lugar, la documentación (...) En una novela se puede describir un lugar vagamente. Es el lector (...) quien inventa su decorado. En los cómics se puede improvisar, pero no era nuestro deseo en este proyecto.
Sobre la parte gráfica de la obra, donde Chapron refleja perfectamente a través de los rostros y las miradas el pensamiento y los sentimientos de los personajes en un entorno duro y, a la vez, lleno de luz, añade:
Quería la estructura de la página "a lo Tintín" (4 tiras de 3 viñetas). El trabajo de Hergé me impresiona por la fluidez de su lectura. En una obra como El atentado, me parece esencial no perder al lector por el camino.

Confío en permanecer despierta, atenta a cualquier signo de belleza. Esta belleza que me salva, devolviéndome la levedad.
La levedad adopta una perspectiva mucho más micro, centrada en una víctima que, tras la pérdida, no puede ir más allá de su dolor, es incapaz de cualquier análisis riguroso y tampoco desea hacerse preguntas sobre el otro mientras digiere su sufrimiento.


En este relato autobiográfico hay humor, ironía, una defensa encendida de lo irreverente y de la libertad de expresión. Nos alivia ver cómo retorna a cierto equilibrio, aceptando el descubrimiento de que siempre será ilusorio. Pero nos conmueve, sobre todo, su sensibilidad artística, vehículo para expresar sus pensamientos y sentimientos -como en las sorprendentes metáforas a las que traslada sus sueños (pp. 42-44 y 53)  y el preciso uso del color-.
Por último, hay una interesante reflexión sobre cómo nuestra interpretación de las obras literarias y artísticas depende siempre de la experiencia personal. Precisamente, su segunda obra publicada en castellano, La comedia literaria. De Roldán a Boris Vian, está centrada en los clásicos franceses.