30 de mayo de 2024

Autobiografías

Roberto Saviano y Asaf Hanuka, Todavía estoy vivo (2021)
Juan Padrón, Mi vida en Cuba (2021)

Toda autobiografía -las literarias, pero también las que (nos) contamos cada uno de nosotros- tiene, inevitablemente, algo de ficción: seleccionamos experiencias y los recuerdos se modifican a lo largo del tiempo. Sin embargo, eso no quita valor a relatos necesarios para conocer y conocernos.
Saviano y Padrón afrontan de manera distinta este acercamiento a sus vidas, y será interesante identificar en la tertulia las semejanzas y diferencias entre sus enfoques: papel de la familia - antepasados, retrato social y político, el modo en que una vocación define sus vidas, etc.
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En esta entrevista promocional, Saviano remarca el poder de la imagen en combinación con el texto para transmitir significados y emociones, además de presentar la dinámica de su proceso creativo: 


Del ilustrador israelí debemos destacar la capacidad para unir / contrastar fantasía y realidad o humor y tragedia, el uso del color y la perspectiva, la mezcla de caricatura y retrato realista. Como él mismo señala, esa combinación de recursos persigue mostrar tanto la sociedad como la psique de sus personajes ("utilizo el exterior para dibujar el interior").
Acostumbrado a relatar su propia vida en cómic (The Realist), Hanuka parece el autor adecuado para ilustrar las páginas de Todavía estoy vivo. La mayor parte de ellas giran alrededor del sufrimiento psicológico de su protagonista y, al mismo tiempo, muestran lo que le permite seguir "flotando" (por hacer referencia a una de las metáforas visuales recurrentes en la obra): la cultura, la escritura, el reconocimiento de lo que figuras significativas le han aportado, la esperanza. En cualquier caso, el recuerdo o deseo del contacto afectivo y la conexión intelectual con otras personas, pero nunca la interacción real con ellas.
Tengo la sensación de que de mi madre he heredado lo mejor y lo peor: (...) El amor absoluto por el saber, lo más importante de la vida de una persona. El conocimiento como única posibilidad de meterte en esa cadena infinita que es la historia de la humanidad.
También resulta fundamental -y el elemento que más nos cuestiona a los lectores- su reflexión sobre la actitud y el papel de la población general. La hace cuando presenta qué le motivó a denunciar a la Camorra, y también al mostrar cómo reaccionan algunas personas ante su figura y el supuesto incumplimiento de sus expectativas. ¿Hasta qué punto no está contaminada nuestra valoración de un personaje público por el discurso mediático que solo presenta extremos, sin posibilidad de matices? 
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Mi vida en Cuba
 permite acercarnos, por primera vez en la tertulia, al cómic y al cine de animación cubanos, del que Juan Padrón fue su principal exponente.
En internet es muy sencillo encontrar su producción audiovisual, incluyendo el personaje de Elpidio Valdés y la película Vampiros en la Habana -una sátira política sobre el imperialismo estadounidense, las relaciones internacionales de Cuba, la dictadura de Gerardo Machado, las diferencias de clase y los mecanismos capitalistas-.


Este cómic es un ejemplo de cómo las vivencias individuales pueden reflejar realidades mucho más amplias. Los recuerdos de la infancia del protagonista, los cambios políticos y económicos en Cuba, el régimen soviético o la industria artística del país son tratados con humor y optimismo vital, aunque sin perder claridad en la exposición ni dulcificar la crítica, la violencia represora o la escasez de recursos.
Juan Padrón nos regala una oportunidad perfecta para disfrutar mientras accedemos a la realidad y el lenguaje de otro país desde dentro... incluyendo una visión de la colonización española alejada del mito heroico que tan habitualmente se nos intenta vender.