28 de octubre de 2025

Keum Suk Gendry-Kim

Hierba
(Pul, 2017)
La espera (Gidarim, 2020)

A partir de Hierba, Keum Suk Gendry-Kim se ha convertido en la principal referencia del cómic coreano fuera de su país. Sin embargo, ya había publicado en Francia dos obras que comparten elementos con nuestras lecturas de esta tertulia: Le chant de mon père (2012) es un relato de tono autobiográfico sobre la visita de una mujer mayor a su hija, que vive en París; Jiseul (2015) recuperaba un episodio de 1948, la masacre de Jeju -a la que Han Kang, Premio Nobel de Literatura 2024, también dedicó su novela Imposible decir adiós (2021)-.
¿Se trata de un ejemplo más del éxito comercial de la cultura coreana en Occidente? ¿O es relevante porque conecta con experiencias universales e intereses actuales, como la situación de las mujeres y las migraciones provocadas por la guerra?
Yo tampoco descanso bien últimamente. Sueño mucho con mi tierra. Con el bosque donde me escondía con mi madre cuando los japoneses se llevaban a las muchachas del pueblo. Nos casamos tan jóvenes porque decían que a las casadas las dejaban en paz.
La espera
Hierba y La espera pueden interpretarse como un díptico. Ambas obras están construidas en torno a la relación entre generaciones, representadas por dos mujeres, una anciana -que actúa como testigo- otra más joven -la propia autora o un alter ego-. Reflejan hechos ocurridos en la misma época y muestran las consecuencias de las dinámicas internacionales de poder en las vidas de personas concretas, encarnadas en la separación forzosa y la pobreza. Nos descubren que la gestión del reencuentro, tras décadas de alejamiento, resulta dolorosa para los implicados y genera nuevas tensiones.
-Esto es como los baños públicos. Eso dice el oficial.
Hierba 
La incertidumbre y precariedad sufrida por los refugiados agrava las ya difíciles condiciones de vida de la población rural. La amenaza del hambre y la permanente escasez de recursos se ceban en las niñas a las que, a diferencia de los hijos varones, se les priva de oportunidades educativas, dándoles como única opción el matrimonio.
La esclavitud sexual es un estigma para las mujeres, que se ven forzadas por los soldados -seres sin rostro en algunas viñetas de Hierba que, a su vez, cosifican a sus víctimas- o por la necesidad de sobrevivir. Esa despersonalización refleja el olvido y rechazo que, por parte de Japón, padecieron las víctimas coreanas. Ningún ejército se comporta como «salvador»: japoneses, coreanos, chinos, rusos y estadounidenses ejercen violencia y abusan de la población.
El hilo que conecta las vivencias del presente con los recuerdos del pasado es la relación que las mujeres protagonistas de estos relatos establecen con la maternidad -tema central de otra de sus novelas gráficas, Mañana será otro día (2023)- y la obligación ética de proteger a la infancia.
-Por el camino vimos muchos heridos e incluso cadáveres. Al principio la gente se asustaba, pero con el tiempo ya nada parecía sorprenderles. Llegado un momento, algunos hasta metían la manos en los bolsillos de los muertos. Comprobaban los dedos de los cuerpos por si llevaban anillos.
La espera
La crudeza de lo narrado y lo explícito de muchas declaraciones de sus protagonistas contrasta con el tratamiento gráfico. Las imágenes que reflejan los episodios más dramáticos y que marcan la biografía de sus protagonistas (en Hierba los capítulos 7. Virginidad y 10. Mija; en La espera, el capítulo 6. La guerra, 1950) optan por ser menos directas, pero igualmente expresivas y dolorosas.
La violencia y, más concretamente, la violencia sexual, deja traumas y heridas para toda la vida. No solo a las víctimas, sino a las personas que las rodean. Más que recurrir a imágenes realistas, quería representarla de manera simbólica, utilizando metáforas. Y también quería evitar que las imágenes explícitas significaran una segunda violación para la señora Ok-Sun. Desde el punto de vista de los lectores, creo que muchos, hoy en día, ya están expuestos a esa violencia, de forma que las imágenes violentas son consumidas casi como un juego. Si intensificamos esa violencia, no tiene ningún efecto. Prefiero jugar con su imaginación, de forma que pudiera conseguir un mayor impacto. Pienso en el Guernica de Picasso…
Entrevista en elDiario.es
Gendry-Kim emplea en Hierba tinta meok (un producto tradicional coreano, hecho con hollín y pegamento vegetal) para generar trazos delicados o fuertes, espacios en blanco y masas de color negro, figuración y abstracción, tanto en las estampas de la naturaleza -que muestran el paso del tiempo, las condiciones de vida de la población y las emociones de sus protagonistas- como en el retrato de los personajes.
En La espera su técnica parece menos enérgica y más depurada, quizá con una influencia visible del cómic europeo, pero sin perder claridad. En ambas obras, la variedad de composiciones de página y los elementos que salen de las viñetas contribuyen a transmitir tanto información como el tono emocional del relato.
En realidad, utilizo bastante material de todo tipo, pero justamente el pincel es con el que mejor puedo dibujar. Es mucho más expresivo en lo que deseo hacer. Ahora, no solo uso pinceles o ese tipo específico de pincel [de tinta coreano], sino que también he utilizado ramas de árboles caídos cuando hago paseos o caminatas, también uso mi propia mano.
Entrevista en Fundación La Fuente
Suelo poner toda mi energía en las técnicas con las que dibujo (...) En cuanto al blanco y el negro, pienso que cuando empleo el color los lectores no prestan la misma atención a la historieta. Y aunque el cielo esté pintado de negro los lectores nunca piensan que el cielo esté negro. En el corazón de cada lector ya hay color, prefiero que ellos sean libres en ese sentido y que utilicen su creatividad para imaginar sus propios colores.
Entrevista en La Voz

No hay comentarios:

Publicar un comentario