12 de mayo de 2014

Tertulia mayo 2014: El árbol que da sombra

Osamu Tezuka, El árbol que da sombra (1981-1986)
Shogakukan Manga Award 1984

Tezuka utiliza las más de 2400 páginas de este manga para reflejar los cambios políticos y culturales que, en la segunda mitad del siglo XIX, llevaron a Japón a pasar del periodo Tokugawa a la era Meiji.
La descripción documentada de hechos históricos, intrigas por el poder, alianzas, traiciones y estructura social se mezcla con un interesante análisis de las dinámicas y conflictos sociales que supuso el encuentro, ya ineludible, con Occidente.

En los encuentros y desencuentros, casuales o buscados, entre los dos protagonistas principales, se muestra la preocupación ética del autor -como dijo en una ocasión, "lo que intenté expresar en mis obras se puede resumir en el siguiente mensaje: ¡amad a todo ser vivo"-.
A través de ambos personajes -que no son ni héroes ni perfectos- descubrimos que el destino es cambiante y el éxito aparece y nos deja, que no podemos controlar todo nuestro futuro y que, por eso, la felicidad no depende tanto de alcanzar los anhelos y deseos como de comportarnos de acuerdo con nuestros principios.

Podéis encontrar una reseña breve en ¿No eres mayor para leer cómics?,

1 comentario:

  1. Este manga me encantó en su día. Tezuka, en esta obra, se ríe de sí mismo y de su familia utilizando a su bisabuelo como hilo conductor. Un juerguista y mujeriego que no tiene ganas de estudiar medicina (la familia de Tezuka ha seguido desde hace generaciones los estudios de la medicina), ese es el bisabuelo de Tezuka, que abrazando la medicina Holandesa u occidental, intenta desmitificar las creencias populares de la medicina tradicional China.

    Es una excusa perfecta, para ver como entrelaza magistralmente, desde un punto de vista que parece no tener nada que ver como es la sanidad, las injerencias políticas, luchas de poder, el racismo frente a los extranjeros, la descripción de una sociedad al completo tanto en los barios más elitistas y adinerados como los barrios marginales y las creencias populares.

    Por otro lado, aunque está claro de qué pie cojea el autor, no se libra ni dios de la crítica. Ya en esta obra tiene personajes complejos, gente que a priori ves que son los buenos por lo que nos está vendiendo la obra, que en el fondo son unos desgraciados sin corazón que solo tienen en mente su disfrute personal y mirarse el ombligo. O gente que utiliza lo poco que sabe, para engañar a los que saben menos.

    Como anécdotas curiosas -- pequeño spoiler sin importancia -- me encantan las páginas donde el samurái cabezota no puede entender qué es una vacuna y piensan que es pis y pus de vaca, y que el que se vacuna termina siendo una res. También muy bueno el capítulo donde un Holandés le pide leche de vaca para beber, algo que vemos como lo más normal del mundo, y que en Japón, por aquella época, les resultó de lo mas vomitivo, un liquido de un animal, casi como beberse su orina. Entiendo que puede compararse en mi caso, a cuando veo en ciertos programas, que aborígenes cuando cazan, se beben la sangre de un animal cuando todavía está caliente.

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