31 de mayo de 2016

Grant Morrison

Grant Morrison construyó su propia visión de los dos superhéroes más conocidos de DC Comics resaltando las características que los convertían en iconos. Por eso, su Superman es sinónimo de luz, heroísmo inmaculado, poderes sin límites y una familia feliz. Mientras tanto, a Batman le tocan la oscuridad, la indefinición ética, el dolor y los traumas infantiles.

Grant Morrison, Frank Quitely y Jamie Grant, All-Star Superman (2006-2008)
Alberto Zamora

La literatura de superhéroes es una suerte de mitología moderna y Superman, al encarnar valores como los de justicia, equidad o el esfuerzo, es el centro de ella. Y es que, como dicen en la película de Tarantino, Kill Bill vol. 2, Superman es el único superhéroe que se disfraza para no tener poderes. Para ello elige a un personaje normal, a un trabajador cualquiera, a un tal Clark Kent. Al contrario, Batman, es el arquetipo de burgués caprichoso cuyos poderes emanan de los gadgets que se puede fabricar con su dinero. Batman vive rodeado de mujeres guapas, coches deportivos, asiste a fiestas lujosas: el sueño de todo capitalista. Superman es el héroe de las clases medias.
En los noventa, autores como Alan Moore y, en menor medida, Mark Millar habían puesto en crisis a los superhéroes, se cuestionaban su legitimidad en las sociedades modernas. Grant Morrison introdujó temáticas como: la física cuántica, el psicoanálisis o los viajes alucinógenos y supuso una revolución moderna en el mundo de los superhéroes. Llegó a tiempo, en una época en la que las sociedades occidentales estaban inmersas en una crisis que todavía perdura y que vuelve a legitimar su existencia. ¡Necesitamos superhéroes!.
Superman All-Star, Jesucristo Superstar, es una especie de pasión de Cristo en la que el héroe tiene que superar doce pruebas para al final enfrentarse a la muerte. Es un intento de acercar Dios al hombre, porque qué hay más humano que la muerte. En una entrevista para NewsoRama, Grant Morrison dice que él no veía a Superman como a un superhéroe o un personaje de ciencia ficción, sino como al ciudadano medio. Algo similar muestra Zack Snyder en sus dos últimas películas, en las que incide en la analogía de Superman con Jesucristo; en ellas, sin embargo, la naturaleza mesiánica del héroe lo aleja del hombre. En Superman All-Star, Morrison lo acerca. Otros autores se habían fijado solamente en la naturaleza de Dios del superhéroe, pero Grant Morrison se fija en lo que lo hace humano: sus expresiones faciales reflejan una serenidad que no se había visto en ningún cómic. Superman no juzga a los humanos, les ayuda a confiar en sí mismos. Esto queda recalcado en el prefacio, donde se señala como uno de los momentos claves del cómic la escena en la que Superman evita el suicidio de una chica.
Todos estos aspectos hacen de este cómic una de las obras más importantes en la literatura superheroica.


Grant Morrison y Dave McKean, Arkham Asylum. Una casa seria en una tierra seria (1989)
Jesús García

En Arkham Asylum, Morrison quiere hablarnos sobre los símbolos que rodean al hombre murciélago, qué esconden y qué muestran. ¿Hay una persona bajo la máscara? ¿O es solo un concepto destinado a desaparecer, como el Icaronycteris de las primeras páginas? La respuesta será diferente según quién la dé:
BATMAN: -Batman no tiene miedo de nada. Soy yo. Yo lo tengo. 
MÁSCARA NEGRA: -Quitémosle la máscara. Quiero ver su cara. 
JOKER: -(…) Esa es su cara.
Este es uno de los elementos más interesantes del cómic, junto al pequeño atisbo de metaficción, desarrollado pocos meses después en Animal Man, a cargo del Sombrerero Loco (“A veces creo que Arkham es una cabeza. Una cabeza enorme que sueña nuestra existencia”) y a la dualidad moral de todos los personajes, incluidos los supuestos héroes: Batman agrede a los indefensos Clayface y Espantapájaros; la psicoterapeuta Ruth Adams convierte a Dos Caras en un despojo indeciso y mata violentamente al Dr. Cavendish.
Morrison consigue mostrar a Batman como débil y fuerte al mismo tiempo, un personaje inteligente que aprovecha, en una jugada final desesperada, la dualidad de Harvey Dent y provoca el giro de guión de la historia -el enfermo consigue liberarse momentáneamente de su obsesión y se convierte en el auténtico salvador-.
Debe reconocerse también que hilvana con habilidad las historias de Wayne y Arkham, destacando sus puntos en común, como la muerte trágica de los padres que les otorga un mandato compartido: atajar el mal que procede de la locura. Quizá no funciona igual el vínculo que intenta establecer entre el murciélago (“El batir de unas alas perturba mi sueño”) y la locura de la madre.
¿Y el resto? Morrison es un guionista ambicioso, que suele llenar sus obras de (demasiadas) referencias y paralelismos. Aquí apenas las desarrolla en su intento de generar un ambiente que recuerde a la narrativa gótica. Por ejemplo, sitúa la acción en el April Fool’s Day anglosajón y el Día de los Inocentes latino; nombra fugazmente a Charlotte Corday (la asesina de Marat que anticipa el acto de la Dra. Adams); amalgama sin mucho sentido ocultismo, religión y psicoanálisis citando a Aleister Crowley, Jung y La rama dorada; sugiere misteriosas conexiones entre la tragedia familiar de Amadeus Arkham y el Joker (un naipe olvidado, los peces payaso).
También resulta fallido, por poco original y escaso desarrollo, el discurso pseudopsicológico (¡¿Batman derrumbado tras la asociación libre de cuatro palabras?!) y el que intenta trasponer las realidades y los términos (la locura que quizá esconde la “supercordura”, lo irracional racional, el desorden como “orden más elevado”, la sospecha de que lo externo al manicomio es el verdadero psiquiátrico…). Por el contrario, es una pena que no explore más una constante en la mitología de Batman: la identificación y dependencia mutua entre el héroe y sus villanos.
Entonces, ¿es Arkham Asylum un buen cómic o se trata de una obra sobrevalorada? Cada lector tendrá su respuesta, claro. Una cosa sí es cierta: aunque le penaliza la excesiva acumulación de elementos, supo romper con la visión política y pretendidamente realista de Batman que Frank Miller había impuesto en los ochenta, oponiendo una nueva interpretación más romántica y onírica.
Y, por supuesto, el intento no hubiese sido tan efectivo sin el papel fundamental de Dave McKean. Tanto Morrison como Neil Gaiman, otro guionista británico aficionado a mezclar géneros y referencias, le deben mucho.

8 de mayo de 2016

Satoshi Kon

Satoshi Kon,  Historias cortas de Satoshi Kon (1984-1989)
                      Regreso al mar (1990)
                      Sherapim (1994-1995)
                      Opus (1995-1996)
                      Selección Oficial 2014 en el Festival de Angoulême
                      Paprika (2006)
                      Nominada al León de Oro en el Festival de Venecia 2006

La producción manga de Satoshi Kon editada en castellano permite obtener una panorámica de su evolución como dibujante antes de dejar el papel y dedicarse por completo a la animación.
Pese a su muerte en 2010 y a acumular una filmografía relativamente escasa como director, Kon es una de las principales figuras del anime en lo que llevamos de siglo, lo que ha llevado a un segundo plano su trabajo como guionista y dibujante de cómic.
Vinculado a otros artistas japoneses como Yasutaka Tsutsui (Paprika) o Katsuhiro Otomo -fue su ayudante artístico en Akira, escribió el guión de la película World Apartment Horror para trasladarlo después al manga y participó en el guión de Memories-, comparte con ellos temas y recursos narrativos que se pueden observar a lo largo de toda su obra: un humor que sabe moverse entre la ironía y el absurdo, relaciones de pareja con algunos toques de screwball comedy, la progresiva desaparición de los límites entre sueño y realidad, los estados alterados de conciencia, la metaficción, los peligros del progreso sin limites que nos acercan a un futuro distópico...
La centralidad de Kon en el manga y el anime contemporáneos quedan reflejados en el interés que despierta en la crítica. La lectura de estos cinco textos sirve para un completo repaso de su obra, estilo e influencia en otros autores:
  • Historias cortas de Satoshi Kon (Jordi T. Pardo y Alberto de Sosa repasan la obra completa del autor y se centran en los relatos de la antología): Zona Negativa.
  • Satoshi Kon: sueños, crisis de identidad y bates de béisbol (Koldo Gutiérrez analiza su filmografía, influencias y técnica): Revista Cactus.
  • Satoshi Kon y su influencia en el cine (Camilo Paredes incide en cómo otros directores han utilizado sus ideas): Cinefastos.
  • La identidad como causa trágica: Lo real y su doble en Paranoia Agent de Satoshi Kon (artículo académico de Ana Gorría que reflexiona sobre las preocupaciones presentes en varias obras del autor): descarga.
  • Últimas palabras de Satoshi Kon.

11 de abril de 2016

Transtorno bipolar

Ellen Forney, Majareta. Manía, depresión, Miguel Ángel yo (2012)
Arnau Sanz, Albert contra Albert (2013)
Guillermo Carandini, El día de la victoria (2013)

En menos de un año, tres artistas gráficos coincidieron en la publicación de cómics que, a través de la experiencia directa de sus autores -como hijos o enferma- reflexionaban sobre el transtorno bipolar.
Sus relatos personales abordan temas que van mucho más allá de la descripción de la enfermedad. En especial, nos descubren que la familia puede ser, al mismo tiempo, fuente de apoyo y de sufrimiento; el espacio en el que queremos y somos queridos pero también aquel en el que sentimos el peso, a veces excesivo, de las responsabilidades.
Y también nos recuerdan cómo, al chocar con una situación de verdadera dificultad, nos encontramos con que no podemos ser siempre independientes ni totalmente autonómos y que necesitamos a otras personas para seguir viviendo.
En concreto, las tres obras reflejan con mucha claridad la importancia de contar en nuestras vidas con redes de seguridad de distinta naturaleza: la personal (capacidad de autoconocimiento, identificación de intereses que nos motiven  y nos "aten" a la vida), la relacional (familia y vínculos afectivos y sociales) y la estructural (posibilidad de acceder a servicios de apoyo profesional o asociativo, más allá de los recursos económicos individuales, a través de un sistema de protección accesible a toda la ciudadanía).
Como en otras ocasiones en las que nos hemos acercado a relatos autobiográficos, nos topamos con la importancia de encontrar una interpretación propia para los hechos vitales del pasado (aunque con estilos gráficos muy diferentes, los tres autores coinciden en los saltos en el tiempo que explican el presente), de ser capaz de perdonarse para abandonar una culpabilización estéril... y de aceptar que es inevitable sufrir y perder muchas batallas antes de alcanzar una victoria incompleta e imperfecta, pero victoria al fin y al cabo.

¿Algunas reseñas interesantes? Númerocero y Entrecómics hablaron sobre Albert contra Albert. Eldiario.es recoge una entrevista a Ellen Forney y Ser Psiquiatra hoy señala el valor de Majareta. Imprescindible esta entrevista con Guillermo Carandini. Por supuesto, también os recomendamos el libro Tengo transtorno bipolar, escrito por Sergio Saldaña.

17 de marzo de 2016

Canadienses irreverentes




Julie Doucet, Cómics 1986-1993
Julie Doucet, Diario de Nueva York (1993-2001)

Doucet y Brown nacieron con cinco años de diferencia en dos ciudades del área metropolitana de Montréal separadas por menos de cuarenta kilómetros y crecieron en un ambiente marcado por la religión. Ambos son referencias básicas de una forma particular de enfrentarse al género autobiográfico, que tan bien conoce Irene Costa, participante en la tertulia. 
Los dos se muestran a sí mismos sin adornos y abordan en las obras seleccionadas temas comunes: las relaciones de pareja, el sexo, el amor y las convenciones sociales, ante las que no muestran el "debido respeto". Son conscientes de que hay un lector frente a sus páginas, al que se dirigen directamente. Además, reflejan el mundo de la creación de los cómics menos comerciales y por sus páginas aparecen muchos de los personajes clave de ese entorno: Art Spiegelman, Charles Burns, Peter Bagge, Doug Allen, Seth, Joe Matt... ¡Incluso un Chester Brown con pelo coincide en 1991 con la joven Julie Doucet!
Sin embargo, nos encontramos con dos personalidades completamente diferentes, que dan pie a obras muy distintas en su lenguaje gráfico y en la forma de abordar los mismos asuntos.
Doucet emplea viñetas de límites trazados a pulso y abarrotadas de objetos en perspectivas imposibles para mostrar sus preocupaciones -expresadas en muchas ocasiones a través de sueños- o retratarse a sí misma con humor y sin idealización (Un día en la vida de Julie Doucet). Es capaz de realizar una inteligente y surrealista crítica de la desigualdad de género (Si yo fuera hombre, La muñeca del amor) mientras comprobamos cómo evoluciona a través de quince años de trabajo que culminan en el lúcido retrato de una relación de pareja tóxica y destructiva.
La autora canadiense representa la imaginación, el exceso, la espontaneidad, la flexibilidad y el humor enloquecido (Monkey y el muerto viviente). Chester Brown, por el contrario, construye su cómic sobre la racionalidad y un escrupuloso deseo de ceñirse a los hechos ("En este libro hago constar todas y cada una de las veces que pagué por sexo hasta finales de 2003 y todas y cada una de las prostitutas con las que practiqué sexo entonces") manteniendo una rígida estructura -todas las páginas son de 4 por 2 viñetas del mismo tamaño-.
En resumen, ella es capaz de reírse de sí misma, mientras que él hace un esfuerzo consciente por justificar su postura y no deja posibilidad para la risa, solo para la ironía.
Antes de la tertulia, os recomendamos un completo análisis de Pagando por ello -naturaleza de la obra, estética, relación con el underground y el "Trío de Toronto", ideología de referencia- que se publicó en The Comics Journal. Una entrevista y un artículo sobre  la autora de Dirty Plotte suponen un buen acercamiento al significado de su obra.



24 de enero de 2016

Otras visiones de Estados Unidos

Howard Zinn, Mike Konopacki y Paul Buhle, Una historia popular del Imperio Americano (2008)
Fermin Muguruza, Harkaitz Cano y Dr. Alderete, Black is Beltza (2014)

Mientras leía los cómics de este mes, recordé una frase que se atribuye a Mark Twain: "La historia no se repite, pero rima". Walter Benjamin fue más allá cuando escribió que el tiempo está lleno de fantasmas y que estos, vengan del pasado, del presente o del futuro, siempre se comportan igual.
Y es que ambos autores comparten con Howard Zinn una historia personal marcada por la guerra, un antibelicismo militante basado en sus convicciones éticas y la conciencia de que las sociedades han ido actualizando conductas basadas en la dominación, el desprecio al diferente y la violencia.
Es obvio que las dos obras propuestas tienen muchas diferencias. La de Zinn es una adaptación de un extenso ensayo y mantiene una estructura similar a Rupay, un cómic sobre la violencia en el Perú de los años 80 que ya pasó por nuestra tertulia; el primer cómic de Muguruza es, por su parte, una obra original mucho más breve. Si la primera se centra en dos siglos de historia con un estilo a veces denso, la segunda es una ficción que transcurre en dos años a ritmo sincopado. El profesor tiene una clara intención educativa, mientras que el artista crea un thriller de espionaje donde incluye referencias al papel de distintos grupos armados y de las grandes potencias durante la Guerra Fría.
Pero también hay coincidencias temáticas, como las referencias al racismo institucional norteamericano de los años 60, la oposición popular a estas políticas, la música como reivindicación identitaria y/o punto de encuentro entre distintas clases sociales o las intervenciones de los Estados Unidos en el extranjero -el asesinato del Che Guevara por la CIA, el Programa de Contrainteligencia del FBI- bajo la consigna de que "El imperio invisible debe seguir siendo invisible", como nos recuerda uno de los malos de Black is beltza. Los dos autores comparten también un cierto sentido romántico, que mantiene la esperanza en nuestra capacidad para mejorar las desigualdades sociales.

3 de enero de 2016

Angoulême 2016

El Festival Internacional del Cómic que se celebra, desde hace ya cuarenta y tres años, en la ciudad francesa de Angoulême se ha convertido en una guía de referencia para descubrir las mejores lecturas del momento o prestar atención a clásicos recuperados.
En esta ocasión, hemos seleccionados obras premiadas en las tres últimas ediciones en categorías diferentes. Añadimos algunos textos de la web del festival relacionados con cada cómic.

George Herriman, Krazy Kat
Prix du patrimoine 2013. El Premio del patrimonio, otorgado por el Gran Jurado del Festival, reconoce una obra que pertenece a la historia mundial del cómic, así como el trabajo editorial que ha permitido redescubrirla.
"La más mítica de las tiras cómicas norteamericanas, origen y molde de casi todo lo que hay de moderno en un siglo de cómic (...) milagrosamente llena de energía, humor, poemas cortos, inmejorable.
(...)
Nacida en la prensa de los años 1910, esta tira desapareció con su autor en 1944, después de estar presente durante más de treinta años en la prensa dominical. Aunque Krazy Kat nunca logró un gran éxito de público, es reconocida hoy como una de las más bellas tiras jamás dibujadas".

Junto a Winsor McCay y Harold Foster, George Herriman es uno de los pioneros que definieron la evolución del cómic en los cuarenta primeros años del siglo XX. Por su composición de las páginas, los diálogos cargados de inteligencia e ironía, sus personajes y relaciones tantas veces imitados y el surrealismo y brillante absurdo de algunas de las situaciones que plantea, merece la pena visitar el condado de Coconino.
Referencias: Álvaro Pons ha dedicado varios artículos a esta obra por la que siente admiración (Mis tebeos favoritos III: Krazy Kat, de George Herriman y Por qué me gusta Krazy Kat). Pepo Pérez recoge algunos textos que analizan el significado de la tira en "Krazy Kat" y los cómics de principios del XX.

Chloé Cruchaudet, Degenerado
Sélection Officiele 2014. La Selección Oficial incluye los treinta y cinco o cuarenta títulos más destacables publicados en el último año.
Prix du public Cultura 2014 . El Premio del público se entrega tras la votación de los lectores (tanto por internet como en el mismo Festival), que eligen su álbum preferido entre los doce preseleccionados por un comité formado por colaboradores de la empresa que lo patrocina.
"Chloé Chruchaudet nació en Lyon en 1976. Tras estudiar arquitectura y artes gráficas, entró en la L'´École de l'image Gobelins, donde estudió cine de animación. Esta formación desarrolló su gusto por el esbozo rápido, el enfoque cinematográfico y el story-board, muy presentes en su obra. Para escribir, se inspira en historias reales, libros históricos o autobiografías. Apasionada por los estudios sociológicos y los registros históricos (...) con Mauvais Genre se adentra en el París de los años veinte".
Un brillante estudio de los gestos y los movimientos, así como la capacidad de sintetizar la evolución de una relación de pareja que camina hacia la asfixia a partir de momentos cuidadosamente seleccionados, permiten a la autora reflexionar sobre la trasformación de la identidad y el alto coste de traspasar los límites entre las categorías establecidas por la sociedad.
Referencias: Entrevista a la autora en en El País. Ficha elaborada por Dibbuks, la editorial que publicó la obra en castellano, con enlaces a varias reseñas. Ficha del ensayo en el que se basa esta novela gráfica.




Riad Sattouf, El árabe del futuro. Una juventud en Oriente Medio (1978-1984)
Fauve d'Or - Prix du Meilleur Album 2015. Recompensa al mejor álbum del año, sin distinción de genero, estilo u origen geográfico.
"Como despierto observador de la tragedia contemporánea, Sattouf comienza con El árabe del futuro un tríptico autobiográfico que relata su sorprendente infancia pasada entre Francia y Siria".
Siguiendo la estela de autores como Marjane Satrapi o Farid Boudjellal, el autor de cómics y cineasta Riad Sattouf construye un relato basado en los sentidos como fuente del recuerdo (Francia es azul, Libia es amarilla y Siria es rosa; cada lugar y cada persona tienen su propio olor) que muestra la estupidez de los discursos que glorifican a un líder, inventan una mitología que presenta a la nación como una Arcadia feliz, esconden la pobreza de países permanentemente a medio construir (como el retrato de Corea del Norte que nos ofreció Guy Delisle) y tratan al "otro" (rubios, mujeres, judíos, cristianos, sunitas, chiitas o alauitas) como un inferior.
Pero también es el retrato de las contradicciones de la sociedad occidental, del sufrimiento de un padre que ve cómo, una y otra vez, la realidad no encaja con sus deseos y de una madre y un niño que se ven llevados de un lugar a otro sin un buen motivo.
Referencias: Entrevista al autor en El Confidencial y El Huffington Post. Artículos en El País, El Mundo, Rtve.es, Entrecómics y Literaturas.com.

11 de diciembre de 2015

Asesinos

Matz y L. Jacamon, Asesino (1998)
Gran Premio de la Crítica ACBD  2015
Sélection Polar, Festival d'Angoulême 2015
Nominación a Mejor obra de autor español publicada en 2014, Salón del Cómic de Barcelona

Siguiendo la ya (casi) tradición anual de incluir en la programación de la tertulia un tema relacionado con el género negro, en esta ocasión hemos elegido obras de éxito editadas originalmente en Francia y que comparten estructura narrativa: un asesino muestra su vida y actos, intercalando recuerdos que aclaran sus motivaciones.
Más allá de recordarnos algo ya sabido -que las personas hemos encontrado, a lo largo de la historia, muchas supuestas razones para el asesinato: dinero, ideas políticas, envidia, deseo de poder, odio-, los discursos de sus protagonistas flaquean cuando se lanzan a justificarse, con monólogos delirantes -¿el asesinato es un arte?- o tramposos -la violencia estructural permite la individual, una persona puede impartir justicia con la misma legitimidad o falta de ella que las instituciones, etc-.
Creo que no logran abandonar la imagen de relato ya escuchado: aquel que intenta sacar rendimiento a la supuesta fascinación que provocan figuras similares, a las que otorgamos, sin demasiadas razones, una complejidad interna y clarividencia superior a la del resto de los mortales. ¿Quizá falta humor en ambas narraciones, un humor que aporte distancia, relativice y quite peso a sus puntos de vista?
Sin embargo, resultan muy interesantes los personajes secundarios y sus reacciones ante la violencia -como la mujer y la amante de Yo, asesino-, el momento en que los cazadores se convierten en posibles víctimas y las reflexiones sobre las expresiones artísticas contemporáneas.
En todo caso, resulta imprescindible acudir a los autores si se quiere analizar con justicia sus obras. Para profundizar en el sentido, estilo y proceso de creación de la obra de Altarriba y Keko, es recomendable esta entrevista conjunta, así como esta otra realizada al guionista. Sobre la serie de Matz y Jacamon, que tras más de quince años va por el segundo arco argumental y el tomo 13, encontramos una donde defienden la originalidad de su personaje, y aquí otra con referencias a tomos aún no publicados en castellano.

8 de noviembre de 2015

Novelas del mar

Will Eisner, Moby Dick (1998)
Olivier Jouvray y Pierre Alary, Moby Dick (2014)
Go Fujio, Kanikosen (2006)

Las adaptaciones al cómic de obras literarias  constituyen un género propio, con algunos resultados muy destacables, como Las aventuras de Huckleberry Finn (L. Mattoti), Dr. Jekyll & Mr. Hyde (L. Mattoti y J. Kamsky), El Mago de Oz (E. Shanower y S. Young), En busca del tiempo perdido (S. Heuet), Niebla en el puente de Tolbiac (L. Malet) o Ciudad de cristal (D. Mazzuchelli y P. Karasik).
Moby Dick es, pese a su complejidad y extensión, una de las novelas clásicas a la que más autores se han acercado para recrearla en forma de narración gráfica. Luis Conde Martín reseña, en la imprescindible Graphiclassic nº 1, cuatro de esos intentos, los de Dino Battaglia, Paul Gillon, Chiqui de la Fuente y Bill Sienkiewicz.
Para esta tertulia hemos seleccionado obras diferentes, realizadas por una de las figuras básicas del cómic del siglo XX, Will Eisner, y por dos de los autores más importantes de la actual bande dessinée, Jouvray y Alary. Además, añadimos la adaptación al manga de la novela japonesa Kanikosen, que comparte con Moby Dick el escenario -un barco inmerso en una larga travesía por el océano, con rutas que se acercan- y algunos temas, pese a los cien años de distancia entre los sucesos que narran... Y es que, al trascurrir en espacios reducidos donde se agolpan los tripulantes y encontrarse lejos de las referencias sociales que se encuentran en tierra firme, la mezcla de aislamiento compartido y pérdida de privacidad individual permite reflexionar sobre qué es moral o no, a qué se aferran los personajes para dar sentido a su existencia y qué valor conceden a la vida humana.
Además, el Pequod es un ballenero y el Hakuko Maru un cangrejero; es decir, naves al servicio del sistema económico, factorías móviles. Sin embargo, tanto Ahab como Asakawa están movidos por el odio y un anhelo irracional: la venganza que vuelve ciego al primero, un absurdo sentimiento de grandeza nacional en el segundo.
¿Y las diferencias? Seguramente hablemos de ellas en la tertulia, así como de preferencias personales. Un solo apunte: el color del mar refleja el distinto tono de las tres versiones. Para Eisner, el mar mantiene un color verde azulado tan clásico como la estructura de la historia (las páginas de seis viñetas son el resultado de reutilizar un storyboard para un proyecto televisivo que no llegó a realizarse). En la obra de Jouvray y Alary, el protagonista acaba siendo un mar de sangre. Go Fujio, en cambio, nos muestra aguas grises y metálicas, como el acero de las fábricas.

25 de septiembre de 2015

África(s)

Farid Boudjellal, El pequeño Polio (1998)
Prix Oecumenique de la BD en el Festival d'Angoulême 1999
Fabien Nury y Brüno, Atar Gull o el destino de un esclavo modélico (2011)
Incluido en la Selection officielle del Festival d'Angoulême 2012
Zidrou y Raphaël Beuchot, El cuentacuentos (2011)

Os invitamos a recorrer de norte a sur (Argelia, Gambia, Namibia) un continente múltiple, viajar en el tiempo (1830, 1958-59, actualidad) y explorar, a través de los ojos del cómic franco-belga, realidades eternas que cambian de aspecto según la época y el lugar: en las páginas de las obras propuestas encontramos pobreza, opresión y enfrentamiento entre quienes se consideran diferentes, pero también solidaridad, ilusiones, encuentro y una apuesta por el poder de la imaginación.
"Cada ábum está dedicado a un arte y también a un té, e igualmente a un tema relacionado (...) El cuentacuentos evoca la muerte". Zidrou.
Zidrou entremezcla historias y tonos en el primer volumen de su Trilogía africana. Los cuentos de aire tradicional sobre el elefante convertido en baobab y el mono Sin Cara comparten páginas con el autorretrato de personajes que nos aportan algunas piezas para ir construyendo una foto de la difícil situación social en Gambia.
El relato oscila entre el horror de la violencia y la esperanza que trae la belleza, al tiempo que reivindica la importancia de la transmisión oral y de los relatos como vehículos para soñar y cuestionar lo establecido.
En este cómic, las fábulas no son únicamente metáforas que explican la realidad, sino que la fantasía y la magia intervienen activamente en el mundo físico: como en los cuentos que empiezan con "Érase una vez..." los malvados reciben su justo castigo y el pueblo obtiene consuelo.
"A menudo, la virtud tropieza con la afilada roca de la pobreza". Eugène Sue.
La adaptación al cómic de la novela de Eugéne Sue -hijastro de la emperatriz Josefina, dilapidador de la fortuna familiar, socialista, escritor de folletines y exiliado- elimina la conclusión del texto original, publicado en 1831. Con ese final, el autor francés dulcificaba el tono general de un relato dedicado a mostrar sin tapujos ni maniqueísmo las consecuencias de llevar al extremo la lógica del libre mercado, destapando el lado oscuro de la sociedad del siglo XIX.
La revista pulp Ultramundo incluyó una completa reseña de un cómic que refleja la inhumanidad del comercio de esclavos -las personas convertidas en mercancía- y lo macrabo de un viaje por mar de 11.000 kilómetros... Un tiempo durante el que el odio del protagonista crece y le envenena, al igual que hará él con quienes le rodean.
"Me di cuenta de que, durante la guerra de Argelia, fui un pequeño argelino, un pequeño árabe discapacitado".
"En mi familia siempre estuvimos informados sobre nuestros deberes. pero también supimos defender nuestros derechos. Reivindico que soy francés, soy ciudadano de este país (...) No soy un extranjero, estoy  en mi casa. Y cuando estoy en Argelia, también estoy en mi casa. Cuando voy allí y me presentan como inmigrante, no me molesta: al principio me llaman el inmigrante, y cuando saben mi nombre me llaman Farid".
"El pequeño Polio simboliza la infancia. Quería que se pareciese a los dibujos con lápices de colores que hacía cuando era niño en los libros del colegio. Quería que tuviese algo de la infancia y de la discapacidad (...) No olvidemos que dibujamos con el cuerpo. Me resulta difícil hacer andar derecho a un personaje, tengo tendencia a hacerlo desequilibrado (...) En El pequeño Polio todos los personajes son cojos".
"Sobre las páginas de El pequeño Polio lanzo dibujos, colores, acuarelas (...) Es un estilo que algunos describen como semi-realista. Es el dibujo de alguien sin auténtica formación (...) pero, con mi experiencia, soy capaz de hacer trampa. Me aseguro de que sea legible". Farid Boudjellal.
Mientras que El cuentacuentos muestra una parte de África contada desde dentro por sus habitantes y en Atar Gull el continente representa la vida añorada, El pequeño Polio es un relato costumbrista, en parte autobiográfico, sobre un niño que se convierte en testigo cada vez más consciente de los conflictos surgidos en torno a la inmigración.
Este primer tomo de la serie dedicada al personaje se inicia pocos meses después de la crisis de mayo en Argelia, el evento más importante de su guerra de independencia, que generó un cataclismo político en la metrópoli e hizo que la población argelina viviera una delicada situación en Francia.
"Mi padre nació en Turquía, de padre argelino y madre armenia. Fui educado tanto en la religión cristiana como en la musulmana, y nací en Toulon. Mi personalidad se ha forjado a partir de todas esas diferencias y me ha permitido sentir una gran curiosidad por el mundo. Sobre mis orígenes, ¡aprendí a los 28 años que era un Beur (nacido en Francia de padres norteafricanos)! Eso no cambió mi percepción de las cosas (...) Soy de cultura obrera, la de mis padres, y eso se refleja en mis textos y dibujos". Farid Boudjellal.

2 de junio de 2015

La tertulia se mueve: Ixa ASAP! y Errege Izatekoa zen Gizona

José Luis Asensio, uno de los miembros más veteranos de la tertulia, ha publicado en 2015 la recopilación de relatos Ixa ASAP!, que incluye el primer premio en el XXIV Certamen literario de autores noveles en euskera del Ayuntamiento de Pamplona.
Tras el éxito de la campaña de micromecenazgo, el libro, que cuenta con ilustraciones de Iñigo Izal, está a la venta en las principales librerías de Pamplona. Además, se han realizado presentaciones en Karrikiri, la Biblioteca de Pamplona-Yamaguchi y la Feria del Libro de Pamplona.
La información actualizada sobre la obra y las actividades desarrolladas en torno a ella aparece en el blog oficial.






Angélica López ha ilustrado la edición en euskera del relato de Rudyard Kipling El hombre que quiso ser rey. Se puede encontrar desde mayo en las librerías bajo el título Errege Izatekoa zen Gizona del sello Denonartean.