16 de agosto de 2022

El paso del tiempo

Richard McGuire, Aquí (Here, 2014)
Fauve d'or (premio al mejor álbum) del Festival d'Angoulême 2016
Cartoonist Studio Prize of Best Print Comic 2015. Nominado a Mejor autor completo en los Premios Eisner 2015.
Chris Ware, Rusty Brown (Rusty Brown, 2019)
Sélection Officiele del Festival d'Angoulême 2021. Dos nominaciones a los Premio Eisner 2020. Nominado a Cómic del año en los Premios Harvey 2020.

El cómic contemporáneo sigue experimentando y descubriendo nuevas vías de desarrollo y posibilidades expresivas basadas en la tradición previa (Little Nemo, Krazy Kat, Peanuts, etc.). Uno de los principales motores de esta constante superación de los límites ha sido Art Spigelman y su revista Raw, con el que mantienen una fuerte vinculación los autores de este mes: algunas de sus primeras historias -incluyendo una breve versión inicial de Aquí- aparecieron en sus páginas.
Otro punto en común en las carreras de McGuire y Ware es su papel como ilustradores, incluyendo la participación en The New Yorker: el primero recopiló sus colaboraciones en Dibujos secuenciales, mientras que el segundo ha realizado numerosas portadas, cómics de una página y artículos para el semanario estadounidense (Pedro Paredes analiza exhaustivamente algunas de estas obras en su perfil en Twitter).
 
Ciñéndonos a las que comentaremos en la tertulia, en ambas destacan la riqueza y variedad en la composición de las páginas: número, distribución y tamaño de sus elementos -viñetas, texto, espacios en blanco-, relaciones entre ellos y transiciones. Esta planificación, además de original, se pone al servicio de los significados que desean transmitir... o, aún más importante, de los que, por su riqueza técnica, pueden sugerir a los lectores.
Gracias a Aquí y Rusty Brown comprobamos que el cómic es quizá el mejor medio (por la simultaneidad de las imágenes y las posibilidades de uso del espacio) para plasmar el paso del tiempo y sus consecuencias, transmitiendo las emociones vinculadas. En ellos, tema y lenguaje se identifican y refuerzan de manera perfecta, aunque el primero intente acercarse a lo documental y el segundo bucee en la subjetividad humana.
Disfrutar de la experiencia puede resultar difícil al principio, ya que rompen con la linealidad de la mayor parte de los cómics y fuerzan la fragmentación visual, narrativa y temporal. Sin embargo, si nos dejamos llevar por el ritmo que nos marcan los autores será mucho más sencillo conectar con las relaciones entre elementos (biografías) que nos proponen, porque McGuire y Ware construyen mundos propios -o, más bien, reflejan el nuestro desde nuevas perspectivas- en los que resulta muy atractivo sumergirse. En este sentido, recuerdan lo que ya comentamos sobre Ventiladores Clyde, de Seth.

Me di cuenta de que no me interesaba hacer un libro sobre la historia de Estados Unidos. Me interesaban mucho más los pequeños acontecimientos personales que los grandes (...) La vida tiene que ver más con las cosas pequeñas, con las cosas cotidianas.
Otra inspiración para mi fue el archivo de Peter Cohen, que es un coleccionista de fotografía vernáculas (...) Cuando miras miles de fotografías personales, ves las coincidencias en las cosas que consideramos lo bastante importantes como para documentarlas.
Creo que el libro emociona a los lectores porque se reconocen en él (...) Si se mira el tiempo con perspectiva, nuestras vidas son pequeñas y transitorias, y estos momentos son todo lo que tenemos.
Entrevista realizada por The Window Research Institute
La mejor guía de lectura de Aquí nos la deja el propio Richard McGuire en sus entrevistas. Situar en el mismo espacio geográfico objetos que permanecen o son sustituidos por sus equivalentes a lo largo del tiempo, presentar los mismos acontecimientos (baile, Halloween, caída) y mostrar la polisemia de algunas palabras según el contexto (la pérdida) nos invita a reflexionar: ¿hay algo que nos una a los que nos precedieron y nos seguirán?, ¿qué queda de ellos, qué quedará de nosotras?
Sabemos que cada elemento -cortinas, mesas, cuadros, papel de las paredes, tecnología- significa algo para sus dueños anónimos. Intuimos que en su elección habrá influido la moda del momento. Por eso, al mostrar una cotidianeidad diferente a la actual pero tan coincidente con la nuestra (como dice Benjamin Franklin en el cómic, "la vida tiene el don de rimar momentos"), pensamos en nuestras propias elecciones e influencias, y quizá recordemos, con algo de tristeza, que la carga emocional y los recuerdos asociados a nuestras posesiones se disolverán cuando desaparezcamos.

Decidí tratar de encontrar lo bueno en cada personaje, con independencia de lo aparentemente mezquinos, terribles o crueles que pudieran ser.
El lenguaje limita la percepción (...) Mi papel como dibujante es tomar las abreviaturas visuales creadas por el lenguaje (lo que pensamos cuando vemos "silla") y aplicarles ingeniería inversa en la página para que el lector pueda experimentar el mundo de una forma nueva, fresca y, con suerte, poética.
Entrevista en National Public Radio
Rusty Brown es un intento de escribir un libro sin protagonista, pese a su título simple (...) Está inspirado en la estructura de un copo de nieve, cuya forma hexagonal está determinada por la de las moléculas de agua, y que no puede formarse sin un fragmento central de polvo.
Entrevista en Publishers Weekly
Rusty Brown es, como el resto de la producción de Chris Ware, una obra inabarcable e infinita. Su minuciosidad multiplica las posibilidades de relacionar elementos y recalca nuestro papel activo durante la lectura.
Supone un fantástico muestrario de los recursos formales del cómic. Entre los que emplea destaca, por ejemplo, cómo en varias ocasiones accedemos a la misma escena desde las diferentes perspectivas de los personajes; las transiciones de momento a momento marcan buena parte del ritmo narrativo; a cada personaje le corresponde una determinada arquitectura visual que transmite su personalidad y estado emocional (narraciones en paralelo, multiplicación de viñetas, desestructuración de los elementos, simetrías entre páginas); la breve pero intensa traslación a imágenes de un texto en el capítulo dedicado a Jason Lint...
En lo narrativo, sin olvidar que en este caso es imposible separar fondo y forma, destaca el conflicto constante con el tiempo -convertido aquí en recuerdo y trauma- de sus protagonistas. También los mecanismos por los que los relatos surgen de una necesidad humana básica y se nutren de lo autobiográfico para explicarlo o dominarlo, modificándolo en mayor o menor medida desde el deseo y la añoranza.
Además, nos señala reiteradamente que la conducta y anhelos del presente están en buena medida marcados por la experiencia pasada. Si desconocemos la del otro, por muy entrelazadas que estén nuestras vidas, no tenemos derecho a juzgarlo, porque no podemos acceder ni a su verdadero dolor ni a sus esperanzas.

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