Sole Otero, Naftalina (2020)
Premio del Público en el Festival de Angoulême 2023
Bea Lema, El Cuerpo de Cristo (Des maux à dire, 2023)
Premio del Público en el Festival de Angoulême 2024
Las biografías profesionales de Bea Lema y Sole Otero, ambas nacidas en 1985, comparten algunos rasgos: con formación universitaria respectivamente en diseño de producto y diseño textil, son ilustradoras e historietas y han integrado el tejido y el bordado en sus trabajos. Además, tanto la gallega como la bonaerense completaron residencias artísticas en la Maison des Auteurs de Angoulême.
El Cuerpo de Cristo y Naftalina han tenido recorridos similares. O Corpo de Cristo fue una primera versión que recibió en 2017 el XII Premio Castelao de la Deputación da Coruña, mientras que Naftalina surge del proyecto ganador del XIII Premio Internacional de Novela Gráfica Fnac-Salamandra Graphic.
Comparten bases -en distinto grado, las dos autoras recuperan aspectos de su historia personal y/o familiar- y elementos temáticos: los saltos temporales que muestran la dependencia entre pasado y presente; cómo gestionar esa influencia; las posibles consecuencias psicológicas de las migraciones; el trato a una persona de la familia -una mujer- que se considera conflictiva pero que es, en realidad, el síntoma-resultado de una dinámica de relaciones generadoras de sufrimiento; el alcoholismo en los varones como respuesta de huida; de qué manera afecta a los hijos e hijas la percepción del cariño o el rechazo de la madre; las diferentes maneras de vivir la maternidad; el tejer convertido en espacio de vinculación entre las mujeres y en herencia; el silencio ante el sufrimiento psicológico como respuesta social; los papeles desiguales asignados a ellos y ellas...
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—Nietita.—¡No soy tu nieta!—Pero me debés la vida lo mismo. Vas a tener que pagármela. Cargando con esta amargura.—Mi mamá tiene razón. Me parezco mucho a vos. Soy igual que vos. Dramática y quejona. Me voy a quedar sola, como vos. Porque contra la sangre y la genética nada puedo hacer. Y estumi culpa.—¿Yo? ¿Qué podría hacer yo? Por mucho que quiera, no tengo remedio. Soy tu nieta. Soy como vos. No quiero, pero...—Entonces, no lo seas. Yo no fui siempre... así. No es tan difícil.—No sé cómo. ¿Qué puedo hacer?—Mirá a tu alrededor. No sos tan importante. Todavía tenés tiempo de entenderlo. Ahora salí.
Naftalina aborda la transmisión generacional del trauma y de determinados mandatos familiares (podéis encontrar una revisión muy breve de la evidencia actual en este artículo), subrayando la posibilidad de la resiliencia y la no repetición de situaciones pasadas. La joven Rocío abrirá las puertas a múltiples futuros, convirtiendo el legado de su abuela Vilma en oportunidad en lugar de en límite.
Además de gestionar con maestría las líneas temporales, Sole Otero destaca por el dominio de los múltiples recursos gráficos que ofrece el cómic para transmitir información. Por ejemplo, las composiciones de página, las secuencias que transmiten movimiento cambiando solo el escenario o la posición de los personajes, el entrelazamiento de los diálogos y del cable del teléfono, el mismo papel pintado capaz de generar sensaciones muy diferentes (páginas 99 y 141).
El intento de lidiar y reelaborar los recuerdos se plasma en las palabras tachadas y en las constantes preguntas y dudas sobre la fiabilidad de las fuentes de información. Por supuesto, hay que señalar el protagonismo y eficacia a la hora de transmitir emociones de la amplia paleta de colores.
La casa en transformación es almacén de recuerdos, prisión, refugio, lugar de acogida y de conflicto. Un elemento tan simbólico como las fotos (el reflejo del afecto) y los fantasmas (la influencia de los antepasados).
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El mal que tenía no lo podía tratar un doctor. Los médicos sabían de otras cosas, pero con ella fracasaban. Por eso buscaba otros caminos.
Como la propia Bea Lema ha señalado en varias entrevistas, El Cuerpo de Cristo es un relato sobre salud mental (lo que lo conecta con cómics que han pasado por la tertulia cuando hablamos sobre el trastorno bipolar y la medicina gráfica). Pero también sobre la parentalización (no puede representarse de manera más clara y sintética que en la doble página 76-77), la importancia de los cuidados y cómo se organizan en las familias, la escucha como principal herramienta terapéutica y la denuncia del papel decisivo del entorno y las condiciones socioeconómicas a la hora de prevenir o detonar un episodio psicótico. Nos interpela para que no seamos cómplices del aislamiento, incomprensión o rechazo que muchas de las personas afectadas sufren en su vida cotidiana.
De esta obra se ha destacado especialmente el uso del bordado en la historia de Adela y en algunos elementos del delirio, pero no debe pasarse por alto su planificación de las páginas y otras metáforas visuales. Por ejemplo, cómo se muestra la rigidez y ausencia de espacios de acogida a las familias por buena parte del sistema sanitario (páginas 96-97). También la capacidad para presentar los hechos a partir de lo que Vera puede comprender y la manera en que el dibujo acompaña la evolución de la mirada de una niña que pasa a ser adolescente y adulta. Y, siendo un relato de autoficción, nos recuerda la importancia de narrarnos nuestra propia historia para sanarnos.
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